Noviembre 2003

Introducción

En el Perú, el 30% de sus 26 millones de habitantes son menores de 15 años1, la gran mayoría afectada por la pobreza, desnutrición y enfermedades infecto-contagiosas. Este estado de cosas se ha ido agravando paulatinamente a través de los años, y los esfuerzos de algunos se han tropezado con una gran escasez de recursos, tanto materiales como humanos. Las grandes migraciones del campo a la ciudad desde la década de los 50, expresaron la desesperada reacción de millones de peruanos contra políticas de gobierno marcadas por la improvisación, mediocridad e inmoralidad. La Salud, ese gran parámetro del estado socio-económico de los pueblos, empezó a resquebrajarse poco a poco, crónicamente, convirtiéndose en una realidad que hoy ya no es noticia, aunque se debata en un gran abandono.

En este gran escenario nacional, los problemas de su tercio pediátrico se agudizan exponencialmente. La mortalidad infantil es hoy 50 muertes por 1000 nacidos vivos. Los problemas quirúrgicos de los niños peruanos y, en especial, de los recién nacidos, son contribuyentes importantes a las cifras de morbi-mortalidad. Sin embargo, poco se sabe del estado actual de la especialidad médica que se ocupa del tratamiento de tales problemas, la Cirugía Pediátrica. En la publicación reciente (1999) de un Plan Curricular universitario para un programa de entrenamiento en Cirugía Pediátrica se afirma que “la integración de la especialidad con el campo ocupacional no es adecuada dada la escasa visibilidad de la especialidad”, y continúa “pero pensamos que su demanda mejorará conforme la sociedad y la población tomen conciencia de la necesidad de la especialidad”. De estas afirmaciones se desprenden dos preguntas obvias: 1) ¿Por qué la escasa visibilidad de la especialidad? 2) ¿Cómo la sociedad y la población van a tomar conciencia de la necesidad de la especialidad?

Con respecto a la primera pregunta solo existen dos posibles responsables: la sociedad o los especialistas. La gran infrecuencia de los problemas quirúrgico-pediátricos hace imposible que la población general se percate de su existencia, con excepción de las familias que los sufren en carne propia. Los problemas, qué duda cabe, existen, pero su incidencia relativa se diluye en el todo arriba mencionado. No es lo mismo, por ejemplo, considerar la enfermedad llamada pobreza, que por su incidencia y virulencia, es un recuerdo cotidiano en la población. Tiene, pues, que ser responsabilidad exclusiva de los especialistas el que la Cirugía Pediátrica Nacional tenga tan escasa visibilidad.

En cuanto a la segunda pregunta, es obvio que el desempeño profesional de los especialistas es el factor determinante para que la sociedad sea impactada positivamente o no. Mal pueden los especialistas pensar o esperar que la sociedad tome conciencia de algo que no puede percibir.

¿Y cuál es el estado actual de la Cirugía Pediátrica en el Perú? ¿Por qué sus especialistas no han logrado aún que la población los identifique plenamente? Comencemos por el principio. En el Perú, las primeras intervenciones quirúrgicas se practicaban usualmente en el Hospital del Niño de Lima allá por la década de los 50. En los años 70, el Dr. Dellepiani funda el primer programa de entrenamiento en Cirugía Pediátrica, con sede en el Hospital San Bartolomé. Una década más tarde se crea otro programa en el Hospital del Niño. Luego, los servicios de Cirugía Infantil proliferan en varios hospitales hasta que en 1994 debuta el programa de la Universidad Peruana Cayetano Heredia. Todo este acontecer asistencial y académico se desarrolló sin que la especialidad alcanzara mayor visibilidad, según admite el Plan Curricular de 1999. En Medicina, un índice grosero de su progreso consiste en evaluar mortalidad terapéutica. En Cirugía Pediátrica, la atención de problemas quirúrgicos neonatales constituye la razón de ser de la especialidad y la mortalidad quirúrgica neonatal mayor es fiel reflejo del progreso de la misma. Hasta hace solo 20 años, esta mortalidad quirúrgica neonatal era prohibitiva, pues alcanzaba cifras del 80%.3 Sin embargo, y lo que es aún más grave, no han aparecido sólidas publicaciones institucionales con resultados terapéuticos a largo plazo de problemas quirúrgicos pediátricos y neonatales. La gran mayoría de publicaciones han sido de tipo clínico y sin un seguimiento estadístico confiable, es decir, carecemos de información científica que nos permita compararla con la de nuestros pares latinoamericanos y la de naciones desarrolladas. Las cifras actuales de mortalidad quirúrgica neonatal son, en general, incompletas o desconocidas. El Ministerio de Salud nunca se ha preocupado de obtener cifras de morbi-mortalidad en Cirugía Neonatal, información que es obligatoria para examinar el estado actual de la Cirugía Pediátrica Nacional.

El párrafo precedente demuestra claramente la falta de un ente rector que lidere la marcha y el desarrollo de la especialidad. Ni la Universidad ni el Colegio Médico ni el Ministerio de Salud están capacitados para asumir tan delicado y específico rol, a pesar de esfuerzos que han resultado tanto limitados como efímeros. La Sociedad de Cirugía Pediátrica ha tenido un rol pasivo y ha adolecido de escasa representatividad; sus varias directivas han funcionado con escasos recursos y sus congresos han sido una combinación de entusiasmo, improvisación y, en mucho casos, mediocridad.

¿Cómo encontrar soluciones a la problemática descrita? Muy simple: Desandemos los pasos errados y tomemos el camino trazado por países que han alcanzado un envidiable desarrollo en Cirugía Pediátrica.

En los Estados Unidos, su historia médica moderna comienza cuando se crearon los Directorios o Boards de especialistas en Medicina (1936) y en Cirugía (1937), con el fin de reforzar la calidad de las prestaciones de salud a las que tenía acceso la población, identificando graduandos que hubiesen alcanzado niveles de excelencia. Era imprescindible haber aprobado un riguroso examen, tanto escrito como oral, para ser finalmente certificado como especialista en Medicina o Cirugía. Estos requisitos no fueron impuestos por el público o el gobierno, sino por los mismos practicantes de tales disciplinas, con el noble fin arriba descrito. Más de 60 años después, mientras 24 especialidades en USA tienen su Board y sistemas equivalentes se siguen en países desarrollados, el Perú no tiene ni remotamente algo parecido. Ninguna especialidad peruana requiere de un examen semejante. Los abogados no toman el equivalente al Bar americano. Las universidades se inhiben de tomar estos exámenes, ya sea por encubrir la mediocridad de su metodología o por evitar masivas huelgas de protesta estudiantiles tan características de nuestra idiosincrasia.

El párrafo precedente es sobrecogedor para los interesados en medir nuestro subdesarrollo. Sin embargo, cualquier comienzo, por modesto que sea, es fundamental. Sigamos, pues, con nuestro análisis, para luego presentar nuestras propuestas.

En 1937, el doctor Ladd fundó en Boston el primer programa de entrenamiento en Cirugía Pediátrica. Su más distinguido alumno, Robert Gross, esparció la semilla y hacia 1966 ya existían 17 programas en los Estados Unidos y Canadá. Desde su inicio, el ingreso a estos programas en Cirugía Pediátrica requería haber completado una Residencia aprobada en Cirugía General. En un principio, antes de 1950, las entidades que aprobaban los programas de entrenamiento en cirugía pediátrica fueron la American Medical Association (AMA) y el American Board of Surgery (ABS). Con el concurso en 1950 del American College of Surgeons (ACS) y en 1970 de la recién fundada American Pediatric Surgical Association (APSA), se creó en 1974 el Liaison Committee on Graduate Medical Education y se constituyó el Residence Review Committee of Surgery (RRC). Este comité es el que hasta hoy se encarga de evaluar y aprobar los programas de entrenamiento en Cirugía Pediátrica. Sus miembros son nombrados por APSA.4 Desde 1971, la duración de los programas de cirugía pediátrica es de DOS años, con la opción de otro año para hacer investigación. Los candidatos deben haber completado 5 años de residencia aprobada en cirugía general, incluyendo cuidados intensivos, fisiología pulmonar, cirugía de urgencia y endoscopía y son elegidos a través del Matching Program, que se estableció a mediados de la década del 70.

En 1975 se iniciaron los exámenes de certificación en Cirugía Pediátrica a cargo del American Board of Surgery. Los requisitos principales son haber culminado un programa aprobado de Cirugía Pediátrica y haber sido diplomado en Cirugía General por el American Board of Surgery. Los diplomados deben re-certificarse cada 10 años. Los programas aprobados suman 38 en la actualidad y son re-evaluados cada cinco años.

En 1995 APSA publicó un análisis de la relación entre el número de cirujanos pediatras y la población infantil de los Estados Unidos. Anualmente se producen 30 especialistas, completando una masa laboral de 650 cirujanos pediatras para una población infantil de 64 millones. Esto arroja una relación de un cirujano pediatra por cada 100,000 niños, aunque la concentración en estados más poblados llega a 1/ 250,000.

En los países europeos, el progreso de la cirugía pediátrica se inicia después de la Segunda Guerra. Francia desarrolló la primera incubadora neonatal y junto al Reino Unido, Alemania y el resto de la unión europea han experimentado avances muy similares a los de Estados Unidos. Hace poco, Rickham, recordó sus primeras experiencias en Liverpool, cuando en 1949 intervino exitosamente una paciente con atresia de esófago. En 1950 encontró una mortalidad operatoria neonatal prohibitiva, pues de 72 casos intervenidos, 61% fallecieron. Diagnóstico temprano y transporte neonatal fueron sugeridos a las autoridades, en vano. Sin embargo, el trabajo inteligente y audaz y el seguimiento de los principios y experiencias en los Estados Unidos, lograron disminuir la mortalidad quirúrgica neonatal a 5-10%, que es una cifra aceptada universalmente.

El pasado, presente y futuro de la Cirugía Pediátrica en Japón fue presentado por Ohi en 1996. Ahí se afirmaba que “en el Japón, como en otros países, las especialidades quirúrgicas provienen de la Cirugía General”. En 1958 la Sociedad de Cirugía Japonesa reconoce a la Cirugía Pediátrica como especialidad y en 1964 se crea la Sociedad Japonesa de Cirujanos Pediatras (7 años antes que APSA). En 1972 el gobierno japonés reconoce y apoya la especialidad.

En 1980 se toma el primer examen para obtener certificación en cirugía pediátrica (equivalente al Board americano de 1975). Los requisitos para tomar el examen son: 1) Entrenamiento de 4 años en Cirugía General. 2) Entrenamiento de 3 años en Cirugía Pediátrica. 3) Entrenamiento en Institución aprobada, para lo cual ésta debía tener un mínimo de 15 camas para cirugía pediátrica, un mínimo de 3 cirujanos pediatras, experiencia del residente de 200 casos/ año de cirugía pediátrica general y 20 casos/ año de cirugía neonatal. Como en los Estados Unidos, los certificados son válidos por 10 años.

Hasta 1996 32 instituciones habían sido aprobadas y 297 médicos habían obtenido certificados en cirugía pediátrica. Como resultado de esta reorganización académica, la mortalidad en cirugía neonatal bajó del 50% en 1964 a 15% en 1988. Como una muestra de la actividad académica de la Sociedad Japonesa de Cirujanos Pediatras, 892 trabajos fueron presentados en cuatro congresos anuales recientes.

Párrafo aparte merecen las recomendaciones futuras: Hacer seguimientos por largos períodos, estimar la necesidad de cirujanos pediatras en Japón, regionalizar servicios y promover cursos de cirugía pediátrica en las escuelas médicas.

Soluciones a la vista

La reseña histórica de los orígenes y el progreso de nuestra especialidad en países avanzados nos indica claramente el camino a seguir. Es evidente que el Directorio de Especialistas y la Asociación de Cirujanos Pediatras son los pilares sobre los que descansaría el liderazgo que hasta ahora nos ha sido esquivo. Como no tenemos aún un Directorio de Especialistas, nuestra Sociedad de Cirugía Pediátrica tiene ante sí un reto inmenso, pues las expectativas son enormes. Se trata de lograr la representatividad que permita asumir el liderazgo que lleve el barco a buen puerto. Corresponde a la Sociedad de Cirugía Pediátrica comandar las acciones que la acerquen a la población, a hacerse conocida y respetada por la comunidad. Además, como se ha visto, el liderazgo de las asociaciones de cirujanos pediatras (DIRECTORIO + SOCIEDAD) los ha llevado a asumir la responsabilidad del entrenamiento de sus especialistas y el reconocimiento oficial de los mismos. La pavorosa carencia de un Directorio de Medicina y/o Cirugía en el Perú, priva a la Sociedad Peruana de Cirugía Pediátrica de un aliado fundamental pero no excluyente. En el Perú, los niños no pueden esperar a que los médicos despierten de su letargo de 66 años para crear el primer Directorio de Especialistas. Por tanto, la Sociedad de Cirugía Pediátrica debe liderar la REFORMA DEL RESIDENTADO DE CIRUGÍA PEDIÁTRICA EN EL PERÚ. Un excelente comienzo sería emprender el estudio de la necesidad poblacional de cirujanos pediatras y en investigar la mortalidad quirúrgica neonatal, tanto institucional como global. Con respecto al primer estudio, el Colegio Médico reporta 144 cirujanos pediatras en el Perú, de los cuales el 80.5% (116) practican en Lima3. Según el Instituto Nacional de Estadística, la población pediátrica en el 2001 sumó 8’047,724 en todo el país y 2’020,051 en Lima1. Esto indica que 1:55,887 y 1:17,414 es la fuerza laboral de cirujanos pediatras para Perú y Lima, respectivamente. Recordemos que la cifra en los Estados Americanos más populosos es 1:250,000. ¡Las autoridades responsables están sobre-produciendo cirujanos pediatras en el Perú y es evidente que ni siquiera se han percatado de ello! En cuanto a nuestras cifras de mortalidad quirúrgica neonatal, no existen publicaciones que permitan conocerla, aunque es posible que esté alrededor de 50%.3 Es preciso y justo descorrer el velo que oculta esta vital estadística.

La American Medical Association fue un ente rector primigenio, pero debió ceder el timón a los Boards. El equivalente a AMA en el Perú es el Colegio Médico, cuyas funciones han sido sobre-dimensionadas en vista de nuestra precariedad organizativa. Como hemos visto, el Colegio Médico no puede ni debe certificar a especialistas y menos aprobar o participar en los respectivos programas de entrenamiento y/ o aprobar instituciones en donde esos programas se desarrollen. El Colegio Médico tiene la responsabilidad de revisar seriamente los conceptos aquí vertidos y contribuir con su prestigio a promover la Reforma Integral de las Instituciones Médicas del Perú, con el fin de alinearse con la modernidad y detener el constante incremento de la brecha científica que tenemos en relación con países desarrollados. No reconocer esta verdad es caer en la misma miopía política de los gobernantes de turno de nuestra historia republicana, los verdaderos causantes de nuestro subdesarrollo.

Otra institución americana que tiene un rol preponderante en la salud de su pueblo es el American College of Surgeons. Su equivalente peruano es la Academia Peruana de Cirugía. Recordemos que fue el ACS el que respaldó a APSA para formar el Liaison Committee on Graduate Medical Education de 1974, comité que creó el Residence Review Committee for Surgery. Se desprende, pues, el imprescindible apoyo que la Academia Peruana de Cirugía podría prestar a la Sociedad Peruana de Cirugía Pediátrica, para formar un Comité de Revisión de los Programas de Entrenamiento de Cirugía Pediátrica y así contribuir a impulsar la Reforma propuesta. Es indudable que si algún día florece un Directorio de Especialistas en CIRUGÍA en el Perú, éste provendrá de una institución como la Academia Peruana de Cirugía.

¿Y la Universidad peruana? ¿Qué podemos esperar de nuestra vieja Alma Mater, hoy convertida en un aparato gigantesco que transita entre una multitud de competidores, todos afanados en producir graduados que no pueden conseguir trabajo en una sociedad mezquina e inconsecuente? Veamos. En 1975 el Ministerio de Salud (Decreto Supremo 0055-75-SA) creó el Sistema Nacional de Formación de Especialistas en Medicina Humana. 24 años después, la UNMSM, que participó activamente en la organización de este Sistema, realizó una revisión curricular de 37 Especialidades y 24 Sedes, del que se desprendió, entre otros, un Plan Docente para Cirugía Pediátrica.2 Un análisis minucioso de este plan, a la luz de los conocimientos y experiencias actuales, nos demuestra errores garrafales en la concepción moderna del entrenamiento de postgrado en Cirugía Pediátrica, lenguaje repetitivo y nebuloso, improvisación y un absoluto desconocimiento de los requisitos mínimos que el graduado debe dominar para desempeñarse como Especialista ante la sociedad. Sería ocioso disecar todo el documento, pero baste hacer algunas precisiones:

  • Esta es la publicación mencionada en el segundo párrafo del presente trabajo, en el que se reconoce “la escasa visibilidad de la especialidad” y se piensa que su demanda mejorará cuando “la población tome conciencia de su necesidad”.
  • Duración y contenido del Residentado: ¡Tres años, con solo 10 meses de Cirugía General y 17 meses de Cirugía Pediátrica! Esta estructuración es indefendible e injusta para todos.
  • Los logros mínimos son tímidos, franciscanos:
  • Primer año: 10 flebotomías, 5 toracocentesis y 10 cirugías de pared superficial.
    Segundo año: 30 apéndices, 30 hernias, 15 abcesos, 50 biopsias, 10 catéteres venosos centrales, 10 toracocentesis
    Tercer año: “Haber intervenido en operaciones de piloromiotomía, gastrostomía, colostomía, resecciones intestinales, laparotomías, descenso abdómino-perineal, esplenectomías, cirugía de vías biliares, tumores abdominales, colgajos dérmicos”. Aquí no se especifican números ni el rol operativo (cirujano, asistente).

Si lo anterior es lo mejor que la Universidad puede aportar a la formación de cirujanos pediatras en el Perú, los jóvenes residentes están siendo engañados, desperdiciándose irresponsablemente sus aptitudes y justificadas esperanzas. Urge, pues, replantear radicalmente la educación de cirujanos pediatras en el Perú.

Propuesta:

Residentado De Cirugía Pediátrica

Objetivos

  1. Orientación y entrenamiento en enfermedades quirúrgico-pediátricas.
  2. Experiencia en el cuidado pre y post operatorio de infantes y niños.
  3. Aprendizaje en el manejo intra operatorio de los varios problemas quirúrgico-pediátricos
  4. Ejecución de procedimientos quirúrgico-pediátricos en creciente orden de dificultad, de acuerdo con los progresos demostrados.
  5. Promoción de la investigación científica en cirugía pediátrica.

Sede Docente

Institución aprobada por la Sociedad Peruana de Cirugía Pediátrica, con el apoyo de la Academia Peruana de Cirugía y (por constituirse) el Directorio Peruano de Cirugía. Estas tres entidades habrán conformado el Comité de Revisión del Residentado Para Cirugía, el que a su vez determina los siguientes requisitos aprobatorios para la Sede Docente:

  1. Tener un mínimo de 3 cirujanos pediatras en su Cuerpo Médico.
  2. Garantizar a cada Residente una experiencia quirúrgica anual de 200 casos de Cirugía Pediátrica General y 20 casos de Cirugía Neonatal.
  3. Tener un mínimo de 20 camas quirúrgico-pediátricas (contando incubadoras).
  4. Poseer una Unidad de Transporte, especialmente Neonatal.
  5. Evaluación en sitio de todos sus servicios por miembros del Comité de Revisión del Residentado Para Cirugía.

Duración

24 Meses

Número Y Requisitos Para Ingreso De Candidatos

En vista de haberse identificado una sobreproducción de cirujanos pediatras, se estima que el ingreso debe ser restringido a CUATRO residentes por año en todo el país, siempre y cuando el número de sedes puedan garantizar la experiencia clínica descrita.

El proceso de selección de candidatos incluye lo siguiente:

  1. Desempeño satisfactorio de una Residencia en CIRUGÍA GENERAL por un período de CUATRO AÑOS.
  2. Entrevista personal para evaluar interés, personalidad, educación general, capacidad de juicio clínico y conocimiento de inglés.
  3. Conversaciones telefónicas con profesores de cirugía con quienes el candidato haya trabajado.
  4. Publicación de trabajos científicos y/o presentaciones en congresos científicos.
  5. Créditos por asistencia a congresos, charlas o cursos científicos.
  6. Compromiso firme a cumplir con la organización y actividades curriculares del programa.

Organización Y Actividades Curriculares

Este programa es un entrenamiento intensivo en Cirugía Pediátrica y demandará disciplina, diligencia, interés, comunicación con los demás y cooperación. No es un trabajo a medio tiempo y requerirá muchos sacrificios. Finalmente, demandará muchas horas de estudio.

De acuerdo con programas en Cirugía General, se aceptarán residentes que roten por los servicios de cirugía pediátrica. Estas rotaciones serán de 3 meses. El número de rotantes será de CUATRO por cada DOS residentes en Cirugía Pediátrica (uno de primero y otro de segundo año, que será el Jefe de Residentes). El Jefe de Residentes será el responsable de la buena marcha del servicio y tendrá funciones asistenciales, administrativas y docentes.

CHARLA DE ORIENTACIÓN A RESIDENTES ROTANTES. A cargo del Jefe de Residentes. Distribución de un folleto con instrucciones generales y específicas, incluyendo soluciones prácticas a problemas comunes en cirugía pediátrica. Atención especial al manejo pre y post operatorio de neonatos e infantes.

ROL DE GUARDIAS. Los residentes en Cirugía General estarán de guardia cada cuarto día, los de Cirugía Pediátrica lo harán cada otro día durante la semana y cada otro fin de semana largo (viernes, sábado y domingo). Todos los residentes de guardia pernoctarán en el hospital.

ACTIVIDADES ASISTENCIALES. Los residentes rotantes mantienen las admisiones al día, incluyendo una adecuada historia clínica y un completo examen físico, reporte operatorio y patológico, notas de evolución y epicrisis. En pacientes pediátricos, los más mínimos detalles son esenciales para un tratamiento exitoso; todas las facultades del residente estarán a prueba a fin de realizar observaciones precisas en pacientes que son incapaces de manifestar sus problemas. Las labores asistenciales se llevan a cabo en pisos, salas de emergencia y operatorias y consultorios externos.

Las visitas médicas son un componente esencial en la labor asistencial del residente. El cuidado del paciente es un factor fundamental para disminuir la mortalidad y morbilidad post operatorias. Hay dos visitas grupales (todos los residentes): Una a las 7am, dirigida por el Jefe de Residentes; otra a las 7pm, dirigida por el residente de cirugía pediátrica de guardia. El resto de las visitas por los varios residentes se efectuará de acuerdo con las necesidades del paciente y las instrucciones recibidas por los residentes de cirugía pediátrica y/o los profesores.

ACTIVIDADES ADMINISTRATIVAS. A cargo del Jefe de Residentes, quien es el responsable por la buena marcha del servicio: Supervisión de admisiones, emergencias, interconsultas, transferencias, altas, conformación del rol de guardias, distribución de asistencias en sala de operaciones, documentación de experiencia operatoria de los residentes, seguimiento post operatorio minucioso y determinación exacta de estadísticas de morbi-mortalidad. Conocimiento detallado de reportes radiológicos y patológicos en casos de interés docente.

ACTIVIDADES DOCENTES. La programación de ellas corresponde al Jefe de Residentes y al Director del Residentado de la sede respectiva, si más de una ha calificado.

  1. Clase magistral: Cada dos semanas. Revisión clínico-quirúrgica actualizada a cargo de profesores.
  2. Radiología quirúrgica pediátrica: Cada dos semanas. Revisión de radiografías del servicio, a cargo del jefe de Radiología.
  3. Revista de revistas: Mensual. Seleccionada por profesores. Presentada por residentes de Cirugía General. Discutida por residentes de Cirugía Pediátrica y profesores.
  4. Morbi-mortalidad: Mensual. Presentada por residentes. Discutida por profesores.
  5. Reunión clínico-patológica: Mensual. Presentación de caso didáctico de interés general, a cargo de residentes de Cirugía Pediátrica. Asistencia de cirujanos pediatras, radiólogos, patólogos, miembros de otros servicios y estudiantes.
  6. Reuniones inter-hospitalarias: Semanales. Rotativas. Organizadas y dirigidas por jefes de residentes de las sedes participantes. Presentación sucinta de casos interesantes. Una hora de duración.

INVESTIGACIÓN CIENTÍFICA. Este es un campo prácticamente inexplorado en nuestra especialidad. La Dirección apoyará con entusiasmo las iniciativas de los residentes. Pensamos, sin embargo, que será necesario obtener becas en el extranjero para aprender la metodología básica que nos permita realizar proyectos bien estructurados. Por otro lado, como ya se ha discutido, es urgente promover estudios clínicos que incluyan estadísticas modernas y seguimientos confiables a largo plazo.

VACACIONES. Dos semanas por año.

Evaluación Y Reconocimiento

Los residentes de Cirugía General serán evaluados por los profesores y el Jefe de Residentes al término de sus respectivas rotaciones. Asimismo, cada tres meses, los profesores calificarán a los residentes de Cirugía Pediátrica y el Director revisará con ellos su desempeño.

Al finalizar cada año, los residentes tomarán un examen similar al administrado por el Board Americano de Cirugía Pediátrica, no solo para estimar el conocimiento del residente sino también para evaluar la eficacia de la enseñanza impartida. La nota aprobatoria mínima será de 70%. Además, la certificación de cirujano pediatra debe ser otorgada por el Directorio de Especialistas respectivo, a crearse próximamente, luego de haber aprobado el exigente examen correspondiente. Aquellos exámenes de fin de año serán, por lo tanto, un termómetro preparatorio de primer orden.

Al completar satisfactoriamente su entrenamiento, el graduado recibirá el Diploma que acredite tan importante logro, paso fundamental para su Certificación como especialista.

Consideraciones Finales

El presente trabajo tuvo su origen hace 26 años, cuanto el autor volvió de su entrenamiento en los Estados Unidos y encontró a su especialidad tan alejada del progreso, cautiva por improvisados irresponsables, con una mortalidad quirúrgica neonatal mucho mayor que el 61% encontrado por Rickham en Liverpool en 1950. Durante 8 años abogando por el bienestar de los infelices neonatos con malformaciones congénitas, nació el trabajo inédito titulado “Hacia el Establecimiento de un Nuevo Programa de Residencias de Cirugía Pediátrica”. No es el caso discutir qué pasó, aunque sea fácil imaginarlo.

Hoy, de vuelta a la Patria, las responsabilidades personales superadas, somos nuevamente testigos del atraso descrito en la Introducción. Una vez más, identificamos las deficiencias curriculares de siempre y ofrecemos la solución actualizada, acorde con la experiencia obtenida por países que, respecto a nosotros, siguen aumentando la brecha del conocimiento y progreso científico.

Todo este esfuerzo es consecuencia del deber sagrado de abogar por nuestra niñez y protegerla a toda costa y sin desmayo. La forma como una sociedad cuida de su niñez, demuestra la fibra moral y espiritual que posee y transmite a su progenie. Los cirujanos pediatras debemos cuidar de nuestros pacientes y documentar que estamos preparados para la tarea, desarrollando ambientes propicios con sus familiares, la comunidad y la población en general, evaluando constantemente los resultados de nuestros tratamientos. Ahora es el momento, nuestros niños dejarán de serlo pronto. Como dijo Pedro el Apóstol: “Prepárate a asumir el reto y haz lo que es justo”.

Bibliografía

  1. Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). Ministerio de Salud. 2001.
  2. Plan Curricular de la Especialidad de Cirugía Pediátrica, UNMSM, Programa de Segunda Especialización en Medicina Humana. Lima, 1999.
  3. Comunicación personal.
  4. Amoury R: Presidential address: Evolution of Pediatric Surgery Training Programs and Candidate Selection in the first 25 years of APSA. J Ped Surg 30: 143-157, 1995.
  5. Fonkalsrud EW: Pediatric Surgery Advances into the University Hospital. J Ped Surg 36: 409-419, 2001.
  6. O’Neill JA & al: Update on the Analysis of the need for pediatric surgeons in the United States: J Ped Surg 30: 204-213, 1995.
  7. Rickham PP: Thoughts about the past and future of Neonatal Surgery. J Ped Surg 27: 1-6, 1992.
  8. Ohi R: Pediatric Surgery in Japan – Past, present and future. J Ped Surg 31: 305-309, 1996.